Pensar que siempre estuvo en el entretecho de mi casa. Otro gallo habría cantado de encontrarlo antes. Un salud por Herbert V. Prochnow, "one of America's finest speakes".
"At the last banquet you attended, one of the speakers may have been applauded because of his clever address. Everyone commented upon it. Many of the present, perhaps you among them, thought 'I wish I could talk like that'. Cleverness, we feel, always receives the approbation and aclaim of others". (p.59, chapter 7: What to talk about). Qué se puede agregar. El hombre sabe de lo que habla. A mí, por lo menos, me ocurrió exactamente lo mismo en el último banquete al que asistí. Supongo que no soy el único.
Hay más sabiduría: "Do not overemphasize that the story that you are about to relate is an extraordinarily good one" (p.86, chapter 10: How to use anecdotes and stories effectively). Y, sí: he aquí la verdadera razón por la cual aquella entretenida anécdota no tuvo la recepción esperada.
Como todo orador avezado, Prochnow se guarda lo mejor para el final. Hay que reconocerlo: agudezas como "when a man has more personality than brains, he soon gets to the point where he is overpaid", o "a man is as old as he feels; a woman as old as she feels -like admitting", contenidas en el capítulo 14 ("Epigrams and witticisms"), dejarían mudo a Oscar Wilde.
En resumen, lectura imprescindible para aquellos desesperados por salir de la esquina menos iluminada del banquete.